En la zona más oriental de la comarca malagueña de la Axarquía, en el Parque Natural de las Sierras de Almijara, Tejeda y Alhama, se descubre, asomada al Mediterráneo, la Villa de Frigiliana, con una población aproximada de 3.000 habitantes. A trescientos metros sobre el nivel de mar y con un microclima subtropical, surge, como despertando del pasado, su elogiado y premiado Casco Histórico, de herencia morisca, donde las calles estrechas, sinuosas y empinadas, los pasadizos, adarves y revellines forman un singular entramado urbano de pequeñas casas que se encaraman unas sobre otras. Se trata de una estructura a la que muchos han calificado como el conjunto arquitectónico popular de origen árabe más puro de la provincia de Málaga.
Entre los reconocimientos oficiales otorgados destacamos el 1º Primer Premio Nacional de Embellecimiento de los Pueblos de España.
Frigiliana tiene hondas raíces musulmanas, que han quedado plasmadas en su traza urbana, con sus calles estrechas y sus empinadas cuestas, Frigiliana ocupó un lugar destacado en la Historia de España durante la sublevación de los moriscos. La villa de Frigiliana conserva una de las más auténticas manifestaciones de la arquitectura tradicional árabe en España: su barrio morisco o Barrio Alto.
Habitada desde el 3000 antes de Cristo, también fue lugar de establecimiento para fenicios y romanos. Estos construyeron una fortaleza y dejaron el nombre con el que a partir de entonces se conocerá la población, que significa "propiedad o villa de Frexinius". Sin embargo, el origen de la villa como tal hay que buscarlo hacia los siglos IX o X, con la construcción de un castillo (hoy desaparecido) alrededor del cual comienzan a concentrarse diversas viviendas. Este lugar es conocido como Hins Challana en época califal, y como Fixmiana durante la etapa nazarí.
Como tantas otras villas de la Almijara y las cercanas Alpujarras, la actividad económica principal de Frigiliana era la producción de sedas, acompañada de la de aceite, uvas o higos. Tras la caída del reino de Granada, durante el reinado de los Reyes Católicos, la población siguió siendo musulmana y su estilo de vida no cambió en lo esencial. Sin embargo, con el tiempo, la coexistencia entre los moriscos sometidos y los cristianos dominadores acabó deteriorándose, en gran medida por los excesivos impuestos que habían de pagar los moriscos y las restricciones cada vez mayores al desempeño de sus prácticas religiosas y sociales. En consecuencia, como en el resto de las poblaciones del reino, los moriscos de Frigiliana se levantaron contra la autoridad real.
La fortaleza y el peñón de Frigiliana dominaban la sierra de la Almijara, siendo un lugar de tan difícil acceso como eficaz defensa. No es de extrañar, así, que en ella se refugiara un gran grupo de rebeldes moriscos en 1568 y que allí se desarrollara una gran batalla , expresivamente descrita en algunos azulejos diseminados por sus calles. De la batalla final resultaron ganadoras las tropas de Luis de Requesens, y los moriscos fueron expulsados de sus tierras y diseminados por la península, al tiempo que se poblaba Frigiliana con "cristianos viejos".
Durante el siglo XVII Frigiliana sufrió un periodo de estancamiento, con una población apenas superior al centenar de habitantes. En mayo de 1640, Íñigo Manrique de Lara fue nombrado conde de Frigiliana. La expulsión de los moriscos hizo que se abandonara la producción de seda, siendo a partir de entonces el cultivo de la caña de azúcar su actividad principal, de la que se conserva aun el Ingenio, edificio del siglo XVI. De esta época son también construcciones como el Palacio del Apero o la Iglesia de san Antonio.
Bajo el reinado de Felipe IV la población adquirió el título de villa y, sólo muchos años más tarde, hacia finales del siglo XIX, llegaron a censarse más de 3.000 personas