El Parque Nacional de los Lagos de Plitvice es una selva virgen en el corazón de los Balcanes. Patrimonio de la Humanidad desde 1979, esta parcela del mundo reúne 16 lagunas entrelazadas por un rosario de cascadas que abarcan hasta el nacimiento del río Korona y están rodeadas por tupidos bosques de hayas y abetos. Un lugar donde los violines no tienen la palabra; el entorno, mil voces. Un concierto de la Naturaleza. Elegir es la corbata del viajero.
Según la cartografía antigua Plitvice fue "el jardín del diablo". Plitvice es una chistera repleta de magia: el color de estos lagos puede ir desde el gris espejo de estanque finlandés hasta los transparentes turquesas de playa caribeña. Todo depende de mil factores: la lluvia, el musgo, el volumen de minerales acumulados en su lecho o la mismísima luz. El agua cambia de color de hora en hora y de orilla a orilla. Es una película que no cesa para los sentidos, repartidos entre 92 cataratas y los ocho kilómetros que unen el lago Mala Kapela con el Pijesevica. Una belleza natural que lleva 4.000 años esperándonos.Los dieciséis lagos tienen nombre propio, según los ahogados que las leyendas cuentan bajo sus aguas. Uno es el lago del Gitano; otro, el de la Abuela; también está del del Pastor Mile, y más cerca, el más grande de todos, el de las Cabras. Tiene casi tres kilómetros de largo, una distancia más que razonable para hundir el optimismo de treinta cabras que confiaron demasiado en la fortaleza del hielo para huir de los lobos. Con mayor prudencia, hoy es posible cruzarlo en barca.
Encontrará la palabra travertino en los paneles por todas partes. Se refiere a ese milagro de la naturaleza que convierte el musgo en roca conforme el agua va depositando cal y cal. Otro guiño del paisaje son los 76 metros de caída libre de la mayor cascada, donde no se escucha nada más.Vehículos especiales como trenes panorámicos, barcos eléctricos y senderos hechos en madera, permiten al viajero estar pegado a esta catedral de vida.
Para visitar Lagos de Plitvice no hay fecha cuando la belleza lleva tantos comodines en la manga. En Plitvice sólo falta Tarzán con el abrigo del Dr. Zhivago.