lunes, 23 de julio de 2012

Valldemossa (Mallorca)

 http://lugaresconhistoria.files.wordpress.com/2012/07/panorc3a1mica_valldemossa.jpg
El principal reclamo histórico de la población de Valldemossa, situada a unos veinte kilómetros de Palma de Mallorca, es su cartuja, que debe su renombre internacional a dos de sus ilustres huéspedes: Frédéric Chopin y George Sand. 
La villa es un lugar de mucho encanto, con casas de piedra viva, rincones coquetos, montañas al fondo y una serenidad contagiosa. No fueron los únicos que pasaron una temporada en ella, pues también lo hicieron otros célebres personajes como Rubén Darío, Jorge Luis Borges o Santiago Rusiñol, pero sí fueron los que dejaron en ella una huella imborrable y, de algún modo, la descubrieron al mundo. 

 
El pianista, que llegó a la isla por recomendación médica buscando un clima beneficioso para su salud, y la escritora quedaron cautivados por la belleza de los paisajes de la zona. Ambos produjeron parte de su obra en la ínsula. La visita a la Real Cartuja de Valldemossa incluye la mayor parte del conjunto monumental, cuyos orígenes se remontan al siglo XIV. Pueden verse la iglesia, la botica, la celda prioral y las celdas 2 y 4, justamente las que ocuparon Chopin y Sand, donde se exponen algunos de sus objetos, como el piano del músico, su máscara mortuoria y varios retratos. Lo mejor del monasterio son los paisajes de la sierra de Tramuntana y los frescos de la iglesia, que son de Bayeu, el cuñado de Goya. 
En el pueblo, antiguo, de calles empinadas, se han establecido algunos pintores. Forman parte de la visita, además, el claustro y el museo municipal con obras de autores contemporáneos como Miró, Picasso o Tàpies. 
         
La visita se puede completar con con un paseo por el palacio del rey Sanç, en cuya torre residió Jovellanos durante su estancia en la isla. Además del campanario de La Cartuja, otra torre domina los tejados de esta localidad mallorquina: la de la iglesia parroquial de San Bartolomé (siglo XIII). Aquí también se puede conocer la casa natal de Santa Catalina Thomas, aunque su cuerpo incorrupto permanece en el convento de las Canonesas Agustinas de Santa Magdalena de Palma.
    
 Si las fuerzas lo permiten, resulta recomendable acercarse también a Miramar, pueblecito pesquero a cinco kilómetros, que fue la residencia intermitente del archiduque Luis Salvador de Austria, hijo de los grandes duques de Toscana, y, mucho antes, de Ramón Llull. Y si el viajero opta por seguir la carretera hacia Deià, cerca de Can Costa, una antigua possessió convertida en restaurante, se encuentra la ermita de la Trinitat, uno de esos rincones por los que no parece haber pasado el tiempo.
 
 El oratorio es del siglo XVIII. Todo un paraje idílico que enamoró a dos artistas de la talla de Chopin y Sand.