El tramo de costa que va desde Fornalutx hasta el Cabo de Formentor en Mallorca es realmente peculiar. Y no solo por sus pueblos pintorescos, sus magníficas calas y playas o su carácter turístico. También por el hecho de que, desde cualquier punto de la misma, podéis respirar el exhuberante verde de la Sierra de la Tramuntana.
En Fornalutx puedes disfrutar del mar y la montaña a partes iguales.
A medida que llegas en carretera hasta el pueblo vas descubriendo la sensación del verde y el azul. Las casas aparecen enclavadas a los pies del Puig Major que, con sus 1,443 metros, es la cumbre más alta de la Tramuntana. Nada hace presagiar en la distancia que nos vamos a encontrar con uno de los rincones históricos más hermosos de la isla. Tanto que hasta a algunos nos hizo olvidar las ansias de playa que traíamos.
Porque Fornalutx es un pueblo de callejuelas empinadas y antiguas casas de piedra, típicas de la montaña mallorquina. Es fascinante comprobar cómo los propios vecinos cuidan con esmero el entorno. La mayoría de las casas están adornadas con plantas y flores de colores llamativos, y en sus tejados florecen las teules de moro, unas típicas tejas pintadas que le dan aún un mayor realce pintoresco. No es de extrañar que Fornalutx y su conjunto histórico haya ganado ya varios premios internacionales de conservación y cuidado del entorno.
Lo mejor de todo es que la sencillez sigue latente a medida que paseas y descubres la población. Leyendo historias de Fornalutx durante el viaje descubrimos que por aquí han pasado gran cantidad de artistas, atraídos por su belleza y buscando la inspiración en su paisaje.
Desde la Casa de la Villa, una torre majestuosa al atardecer, hasta la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora, pasando por las casas de Can Bisbal y Can Arbona, el centro histórico de Fornalutx os llevará al mejor turismo de relax que pudiérais soñar en Mallorca.