La belleza de Casares es indiscutible
Casares es uno de los pueblos de la Comarca de la Costa del Sol Occidental
que forman parte del catálogo de bellos y pintorescos pueblos blancos
malagueños. Situado en Sierra Bermeja, colgado de una montaña a una
altitud de 435 metros, tiene el orgullo de ser la cuna del Padre de la
Patria Andaluza, Blas Infante, de contar con el título de Conjunto Histórico-Artístico desde 1978 y de formar parte de uno de los enclaves medioambientales importantes de Andalucía: el Paraje Natural Los Reales de Sierra Bermeja.
Su configuración urbana de intrincadas y
escarpadas callecillas nos pone de manifiesto sus orígenes árabes. Pero
antes que los árabes, ya poblaron sus tierras íberos y fenicios; y mucho
antes, el hombre prehistórico, como muestran los restos hallados en los
abrigos y cuevas de Ferrete, Crestellina, Utrera, Pelliscoso, cerro de
La Novia y en el Cortijo de Alechipe (o Alepiche).
En la parte alta de su núcleo urbano se
encuentran algunos de los elementos arquitectónicos más importantes del
municipio, como son las ruinas de la fortaleza árabe, el cementerio, la
Iglesia Parroquial de La Encarnación, la fuente de Carlos III o la
Iglesia Conventual del Llano. Otros puntos de interés turístico son los Baños de la Hedionda
donde, según cuenta la tradición, curó sus afecciones hepáticas Julio
César quien, como agradecimiento, ordenó la construcción de Lacipo, una
de las ciudades más importantes del litoral malagueño en aquella época.
De la importancia de Casares a lo largo de la
historia nos hablan hechos como el que llegara a tener, durante el
período romano, acuñación propia de moneda. Además, en el año 61 a. de
J.C., recibió la visita de Julio César, el entonces pretor romano de
España. Más adelante, en 1361, aquí se concentraron las tropas del rey
don Pedro el Cruel y el destronado Mohamed V de Granada, con el fin de
iniciar la campaña que devolvería el trono al monarca granadino. Y en
1570, en la Ermita de Nuestra Señora del Rosario del Campo, se reunieron
los notables moriscos con el duque de Arcos para poner fin a la
revuelta morisca contra Felipe II.
El visitante que se interese por la artesanía típica de los casareños deberá buscar artículos de esparto, de vidrio, cerámica, bordados, tallas de madera y joyería.
La gastronomía
tradicional de casares está compuesta por manjares como las sopas de
maimones, las gachas, el guisado de patatas y la morcilla de chivo.
También podremos degustar un buen vino blanco que los lugareños obtienen
de sus vides.
Para disfrutar de las fiestas este
“pueblo colgante”, las fechas claves son: la primera quincena de agosto,
que es cuando se celebra la feria del pueblo; la primera semana de
septiembre, fiesta de la Virgen del Rosario, su patrona; mediados de
septiembre, cuando tiene lugar la Feria del Cristo; y la última semana
de mayo, con la romería también en honor de su patrona.