Son un monumento a la biodiversidad, por algo se las llama las Galápagos del Índico (aunque sean mucho menos conocidas que las del archipiélago ecuatoriano).
Allí, los "pepinos" se hacen árboles ( Boababs ) y unas extrañas plantas con forma de sombrilla sangran una resina de un color rojo intenso, denominados "Sangre de Dragón". Hace 10 millones de años se desgajó del cuerno de África y, desde entonces, es como si el tiempo no contara, manteniendo un eterno aislamiento con sus vecinos continentales.
Cuando Alejandro Magno dio órden de conquistarlas ya eran un fósil viviente. Hoy, este lugar irreal, el de mayor endemismo biológico de Oriente Medio, fascina a zoólogos y botánicos.
No es fácil acceder a estas islas ya que el gobierno yemeni, como es natural, las guarda con gran recelo. Existen una forma viable de llegar a estas islas, cogiendo un avión desde la ciudad yemeni de Sana'a; digo viable porque la otra opción existente es alquilar un barco local y tirarse tres días en alta mar en unas condiciones de seguridad bastante, digamos, "abstractas". Aunque bien mirado, la opción marítima tiene su encanto y dosis de aventura.