Salobreña es un municipio español de la provincia de Granada, en
Andalucía, situado en la parte centro-oeste de la costa granadina. Limita con
los municipios de Los Guájares, Vélez de Benaudalla, Motril, Almuñécar, Ítrabo
y Molvízar. Este municipio, a orillas del mar Mediterráneo, lo componen tres
núcleos de población: Lobres, Caleta-La Guardia y Salobreña. El núcleo
principal de población está enclavado en una roca coronada por un castillo
árabe. En su término municipal desemboca el río Guadalfeo.
La historia de Salobreña se documenta desde la época neolítica,
con numerosos hallazgos arqueológicos.
En esta época, no existía la actual vega, sino una bahía en la
que el cerro donde actualmente se asienta Salobreña era una isla. Los aportes
realizados por el río Guadalfeo, hicieron desaparecer poco a poco la bahía, y
que esta se convirtiera en una fértil vega durante las épocas del Cobre y
Bronce. La isla de Salobreña se unió a tierra firme, pero todavía el Peñón
salobreñero era un islote. Estos procesos erosivos siguieron su curso en épocas
sucesivas, pero es en la Edad Moderna y con la deforestación de los montes
circundantes, la que hacen la actual vega de Salobreña y Motril. La creciente
necesidad de combustible para alimentar los diferentes ingenios azucareros de
la zona son la causa de esta deforestación.
En el tercer milenio adC aparecen los primeros asentamientos
estables en los diferentes promontorios de la zona, dedicándose principalmente
a la agricultura y a la ganadería. Estos asentamientos tienen continuidad en
épocas sucesivas.
Los fenicios llegan a esta zona en el siglo XIII a. C. fundando
la antigua "Selambina". Esta cae en el siglo VI a. C. en manos de los
cartagineses, pasando a depender de "Gadir" (actual Cádiz).
La posición estratégica de Salobreña, hace que la conquista por
los romanos sea bastante temprana, (siglo II a. C.). Son numerosos los restos
de esta época encontrados en diferentes lugares de la zona. Durante toda la
ocupación romana, existen muchos asentamientos en la zona, dedicándose al
cultivo de la vid y el olivo, a la pesca y al salazón. En esta época, Salobreña
es conocido como "Segalvina", y como tal consta en las actas del
Concilio de Ilíberis.
En el año 711, sucede la invasión musulmana de la península
Ibérica. Salobreña pasa a ser una alquería, con una notable importancia dentro
del territorio costero de Elvira. El nombre que recibe en lengua árabe es el de
Shalubānya, pronunciado también Shalubīnya (del que procede el nombre actual)
debido a la imala, un rasgo peculiar de pronunciación presente en el árabe
andalusí. En esta época el cultivo principal de la vega era la caña de azúcar y
las legumbres.
El fin de la época musulmana tuvo lugar en el año 1489, con
Francisco Ramírez de Madrid, aunque todavía en 1490 tuvo lugar una sublevación
a favor de Boabdil, lo cual causó que Salobreña quedase ocupada por
castellanos, y que a los musulmanes los relegaran a las alquerías circundantes.
La sublevación de los moriscos se extendió también a Salobreña. Esta
sublevación dio lugar a la intervención del Marqués de Mondéjar en 1569 para su
extinción.
La situación estratégica de Salobreña es importantísima, por lo
que el castillo es conservado como fortaleza militar. El castillo albergó un
palacio en la época Nazarí, y además fue prisión de más de un monarca: Yusuf
III, Muhammed VIII "el Pequeño", Muhammed IX "el Zurdo",
Abu Nasr Sad y Muley Hacén.
Francisco Ramírez de Madrid fue nombrado alcaide del castillo
por los Reyes Católicos en recompensa por la conquista del lugar. El castillo
conservó su importancia militar hasta el siglo XVIII, por lo que se llevaron a
cabo importantes obras de reforma.
El cultivo de la caña de azúcar continuó, y es en los siglos
XVII y XVIII cuando experimenta un paulatino descenso a favor del algodón.
Durante la Guerra de la Independencia, Salobreña se alía con las
partidas de la costa contra las tropas francesas.
Casi terminada la Guerra de la Independencia, en mayo de 1814,
el entonces Alcalde Mayor de la Villa, Salvador Martín Arnedo o Martín de
Molina, procedió a la quema pública en la plaza del cabildo del ejemplar de la
Constitución de 1812 de acuerdo a los designios de Fernando VII.
Es en el siglo XIX cuando resurge el cultivo de la caña de
azúcar, y se emplean técnicas importadas desde Cuba para la industria
azucarera. Estas técnicas se basan en el empleo del vapor como fuerza motriz y
para la obtención de un producto más refinado. En el siglo XX, y con el
resurgimiento de la industria azucarera, es cuando se amplía el perímetro de la
villa, y se derriban las antiguas murallas. A partir de los años sesenta,
comienza la repercusión turística en la zona, y Salobreña se expande con la
construcción de zonas residenciales y de veraneo. Culmina la expansión
urbanística con la programación de la construcción de hoteles en la Playa de la
Cagadilla, donde se ubicaba la Torre de Cabo Guilla o Cabo Guillana, del cuyo
nombre presumiblemente procede su actual denominación.