El castillo de Neuschwanstein se encuentra en Neuschwanstein, Alemania.
El castillo de Neuschwanstein se construyó en una época en la que los
castillos y las fortalezas ya no eran necesarias desde el punto de vista
estratégico. En lugar de ello, nació de la pura fantasía: una bella y romántica
composición de torres y muros en perfecta armonía con las montañas y los lagos.
La combinación de varios estilos arquitectónicos y la artesanía interior han
inspirado a generaciones de adultos y niños. Este castillo es un gran tributo a
la fantasía y la imaginación, producto en gran medida de la mente de un
escenógrafo teatral, que evoca la imagen de un glorioso cisne surgido del lago
a sus pies.
El rey exigió dos condiciones en su construcción: primero, que fuera edificado
por trabajadores bávaros y con materiales bávaros, sin apenas excepciones, lo
que favoreció la creación de una poderosa artesanía en Baviera, que ha hecho de
ella uno de los mayores enclaves industriales de Alemania. Y segundo, que por
fuera se asemejase a los castillos de los cuentos de hadas que tanto admiraba
en su juventud, mientras que por dentro contuviera todos los avances
tecnológicos de la época.
Así, ambas exigencias se cumplieron: el castillo asemejó tanto los relatos
tradicionales alemanes que fue elegido por la Disney como modelo para el
castillo de La bella durmiente (1959), el cual es el principal símbolo (de
hecho, hay una réplica en este parque) del Disneyland Resort Paris o
Eurodisney. Por dentro, además de continuas referencias a estos cuentos o a
diversas leyendas y personajes medievales (Tristán e Isolda, Fernando el
Católico), contiene una completa red de luz eléctrica, el primer teléfono móvil
de la historia (con una cobertura de seis metros), una cocina que aprovechaba
el calor siguiendo reglas elaboradas por Leonardo da Vinci, y maravillosas
vistas y paisajes a los Alpes, incluyendo una encantadora cascada que podía
contemplarse desde la habitación del monarca.
Luis II deja la capital, Munich, y se instala permanentemente en el castillo en
1884 supervisando su construcción, en concreto desde unas escaleras que
constituían el lugar favorito para seguir los avances obtenidos. Por no tomar
medidas ante las amenazas por parte de la banca extranjera de embargar sus
propiedades, es incapacitado en 1886 y muere ahogado en un lago cercano en
extrañas circunstancias.
Los descendientes de Luis II vendieron el castillo al gobierno bávaro, pasando
más tarde al alemán. La cantidad por la que lo vendieron iguala a los ingresos
anuales actuales que el castillo obtiene de los turistas que vienen a
visitarlo.
El palacio es propiedad del Estado de Baviera, a diferencia del Castillo de
Hohenschwangau, que es de propiedad de Franz, duque de Baviera. El Estado Libre
de Baviera ha gastado más de 14,5 millones de ? en Neuschwanstein para el
mantenimiento, la renovación y los servicios de visitantes desde 1990.